Aimé Césaire
Discours sur le colonialisme (1950)
Una
de las consecuencias inmediatas de la segunda guerra mundial fue el despertar
de los movimientos anti-colonialistas en el mundo. Al lado de eso, ascendió
vigorosamente un discurso de reivindicación de la diversidad étnica. A partir
del decenio 1950 comenzó a cambiar violentamente el mapa del mundo, muchos
países le apostaron a una lucha por la independencia de los antiguos imperios
occidentales que estaban acostumbrados al saqueo de territorios en Asia, África
y América. Los fundamentos del colonialismo europeo estaban derrumbándose. No
sólo estaba cambiando la geografía política en el mundo, estaban cambiando los
puntos de referencia de las ciencias humanas. Precisamente, en 1950, una
comisión de científicos liderada por Claude Lévi-Strauss publica un informe
presentado a la UNESCO acerca de la cuestión racial. El punto de vista del antropólogo
francés provocó ardorosas discusiones entre colegas y preparó rupturas que
definieron el derrotero de las ciencias humanas y sociales de la segunda mitad
del siglo XX y las repercusiones de esa revaluación de las viejas perspectivas
nos llegan hasta hoy. El estatus en apariencia inamovible de los centros de
pensamiento europeo estaba siendo cuestionado, como también fueron
relativizados los principios racistas de jerarquización entre dominantes y
dominados, entre ricos y pobres, entre desarrollados y subdesarrollados, entre
la superioridad blanca y la inferioridad de negros, amarillos, indígenas y
mestizos. Entre el colonizador civilizado y el colonizado salvaje. Todo eso fue
desbaratado, al menos en el discurso.
Así
es, en medio de esa efervescencia revaluadora nació el discurso vibrante sobre
el colonialismo pronunciado por el martiniqueño Aimé Césaire. Su escrito es un
minucioso ajuste de cuentas con lo que él llamó el “pseudo-humanismo europeo”
que justificó los saqueos, matanzas y negocios en nombre de una supuesta
civilización superior, la del blanco cristiano. Césaire, desde el inicio, se
preocupa por presentarle a la Europa colonizadora un doble problema, el de la
explotación del proletariado y el del saqueo colonial, junta los conflictos de
clase y raza como síntesis de lo que Europa ya no es capaz de resolver.
Para
el intelectual antillano, varios oficiantes de las ciencias humanas, entre
ellos muchos franceses, se convirtieron en los “perros guardianes del
colonialismo”; su examen crítico incluye a filósofos, historiadores, geógrafos,
teólogos, arqueólogos, antropólogos, psicólogos. Todos ellos han reproducido en
diversas modulaciones la hipocresía que precedió al nazismo; desde Ernest Renan
hasta Roger Caillois, es decir, desde las discusiones acerca de la formación
nacional, en el siglo XIX, hasta los debates antropológicos de mediados del
siglo XX, Aimé Césaire detectó un prolongado discurso colonialista que inventó
la superioridad del cristianismo, de la civilización blanca europea.
Para
Césaire, el imperialismo europeo había destruido sociedades comunitarias,
fraternas, “ante y anti-capitalistas”, democráticas, e impuso fatalmente la
barbarie, el genocidio. Sin embargo, en ese ritmo arrasador de las
colonizaciones, el autor añade un matiz, el colonizador europeo con su brutal
violencia sobre los pueblos que dominaba también se “des-civilizó”, fue
volviéndose bestia, se fue degradando. Por eso es que el escritor martiniqueño
advierte acerca de la hipocresía del pensamiento “humanista europeo” que condenaba
a Hitler; dice Césaire que Europa venía cometiendo desde mucho antes los
crímenes que sólo vino a repudiar con la segunda guerra mundial y los repudió
porque, en esa ocasión, las víctimas eran blancas. Pero mientras los cometieron
contra los pueblos de otros confines de la Tierra, los intelectuales europeos
no se indignaron. Europa, antes de la aparición de Hitler y el horror nazi, ya
era una experimentada violadora de los derechos humanos
El
Discurso sobre el colonialismo de
Aimé Césaire no puede leerse aislado de una intensa conversación que hubo
antes, durante y después de esa obra. Ya mencionamos la aparición del libro de
Lévi-Strauss. En 1948, Leopold Sedar Senghor publicó una antología de la poesía
negra francesa con un célebre prólogo de Jean-Paul Sartre; ese mismo año, el
tunecino Albert Memmi publicó Portrait du
colonisé; en 1952, el discípulo de Césaire, Frantz Fanon, escribe su ensayo
psicoanalítico en que examina las relaciones entre negros y blancos, Peau noire, masques blancs. En 1955, el
sociólogo norteamericano, Franklin Frazier, publica un estudio de los negros de
clase media norteamericana y de su afán por ser aceptados en el mundo
asociativo de los blancos, Black
Bourgeoisie. En definitiva, la intelectualidad negra y el pensamiento anti-colonial
experimentaban un intenso auge en aquel tiempo.